domingo, 2 de mayo de 2010

Amigos para siempre

Como él pocos, muy pocos en mi vida. El fundamento de la palabra amistad se podría definir en su persona. Horas, dedicación, tiempo, en fin amistad. Pero amistades de las que marcan un rinconcito de mi corazón. Esa persona que sin hacer grandes cosas, ha demostrado ser siempre un amigo. Y puede resultar extraño pero es así. Y digo extraño porque viste diferente al resto, vive la vida de un modo algo diferente y en general todo él es diferente. Lo conocí una de esas tardes, cuando aún vivía yo en el Altillo, siempre yo, con mi balón en el parque, siempre él en el banco de piedra más cercano a su casa, o en cualquier banco de los que había por allí. No recuerdo muy bien como fue, pero empezamos a hablar, él, con casi 30 años más que yo, supo demostrarme el arropo de un amigo en momentos de soledad. Era algo que él por entonces admiraba. Se sentaba en su banco, y se fumaba sus cigarros mientras veía a la gente pasar.

Y allí me lo encontraba cada tarde y nos poníamos a hablar de lo que fuera, el motivo era conversar, cambiar puntos de vista y pasar un rato de lo más de entretenido.

Madrileño que es él, su hija, una gran amiga mía, de mi grupo de entonces a pesar de yo sacarle 4 años de edad. Aunque como bien saben, en la amistad la edad no tiene mucha importancia. Violeta, que así se llama esta muy buena amiga mía de entonces, y en general su familia, me acogían en su casa como uno más. Muchos recuerdos tengo en la memoria de ellos y gratos en su gran mayoría. Violeta ha heredado ese buen hacer de su padre, es un encanto de niña, que sabe escuchar. Ha sido muy importante para mí en mi juventud, y ella lo sabe.

Pero por motivos de la vida y por mi mudanza a mi nueva casa, perdí el contacto que tenía con este gran amigo y con su hija Violeta. Hace realmente poco, agregué a Violeta a mi perfil de Tuenti, pero seguía sin tener noticias de mi gran amigo. Hasta hoy.

Hoy viernes, paseando por el recinto ferial, viendo con mi novia las casetas que lo componen, me encontré de frente con aquella persona que tanto tiempo ansiaba encontrar. Iba hablando con su pareja, cuando pronuncié su nombre, Nandi. Él se quedó atónito y sin palabras nos fundimos en un abrazo de los que aviva esa llama del corazón de volver a ver a un amigo. Apenas diez minutos para contar como iban nuestras vidas, mientras alguna lágrima de emoción caía de nuestros ojos. Son tantos momentos los que hemos pasado juntos, para apoyarnos, consejos, charlas de futbol, cualquier cosa. Y siempre desde la mayor educación y corrección en sus consejos. Estos momentos como los que he vivido la tarde de hoy, emocionan a un servidor cuando escribe estas líneas dedicadas a su persona. Apenas tengo 22 años pero he aprendido grandes cosas en mi juventud gracias a él.

Hay un dicho que dice; las apariencias engañan. ¡Qué razón tienen!

Nandi, buen amigo, espero que nos veamos con más frecuencia, ahora que estamos en contacto.

Un fuerte abrazo, amigo.

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