miércoles, 28 de septiembre de 2011

Carta al maltratador

Oye tú, si tú, aquel que se esconde en la cobardía para no hacer frente a la tristeza del amor castigado. Óyeme desde lo más profundo de tu alma, pues ya solo queda eso, la otra la has dejado en calma. Escucha esta carta, cobarde, no tapes tus oídos y déjame decirte algo que espero que no dejes en el olvido.

Agárrate fuerte, y lleva una almohada contigo, para que ella sea refugio de tus sentidos. Sal, no seas débil, enfréntate a ti mismo. No te lleves una vida por delante y que tú quedes en el mismo sitio. Tu pena no habrá acabado, tu condena a partir de entonces será el camino, la esperanza la tirarás al río y la nobleza caerá consigo, serás por siempre responsable de no querer ponerte en tu lugar, amigo.

¿Por qué no piensas las cosas antes? Siéntate ahí contigo, madura lo que ya pensaste, y lo que te queda por delante. No pienses o conmigo o sin nadie. Para ser egoísta ya habrá tiempo va de la mano con desear la muerte a nadie. ¿Quieres ser un asesino, quiere arrebatarle la vida a alguien? ¿Crees que con la fuerza te comerás tu orgullo y podrás relajarte?, Pues ponte en un espejo, mírate y no hables, golpea contra tu cuerpo y si te atreves a dispararte, llévate tu propia vida y sé valiente con lo que haces.

Piensa, ¿qué culpa tiene ella? ¿qué puede molestarte? Que ella te siga queriendo aunque tu violencia le maltrate. Ella conoció el amor, tú el egoísmo hasta Dios sabe que fase, y si el amor se acabó, devuélvele lo que un día ella te cedió. Ella te dio un corazón en alma y no te engañes, que cuando todo se acaba, el alma vuelve al pecho de donde sale.

Oye amigo, no te equivoques, con las formas con las que nos engaña el lenguaje, que por decir que ella es TU pareja, TU mujer o TU compañera, no es posesión lo que eso expresa. Son dos vidas paralelas, que se funden con el amor como pegamento de vivencias. Y no hagas que ese amor se convierta en su duquela, que termina con su vida, y con las promesas convertidas en tormenta.

Maltratador, asesino, ladrón de almas en vela, que vive en las sombras y que de los miedos se apodera. No hagas sufrir a la mujer, que por penas, una vida larga queda, el hombre a la mujer debe ser el pañuelo de melancolías, de nostalgias y esas penas. Y no encontrar en el hombre, el calvario para dejar esta vida plena.