Ser acólito, ser servidor
Domingo de
Ramos, de cera, de flores, de fe andante,
Se abre paso
un cortejo formal, digno y elegante,
Que precede
a una Señora, Dueña del Humilladero,
Que siete
cuchillos le han clavado, y sostiene a su hijo
Descolgado
del madero.
El incienso
para ti madre,
yo seré tu servidor,
allá por donde pases.
De una Viga
te colgaron,
Cristo
gótico catedralicio,
Alumbrando
tu destino,
Quiero darte
mi servicio
Y que tu
Madre del Socorro,
sea
compañera en el camino.
Te seguiré
Padre,
Por los
siglos de los siglos,
Mi dalmática
será un signo,
Que
identifique los sentidos,
Que este
grupo quiere vivir contigo,
Y con tu
Madre, Defensión divina,
La Señora de
la O, la Virgen de Capuchinos.
Deja que te
ayude a levantarte, mi Señor,
Que la
tercera caída no te achante,
Que quiero
ser cirineo para ayudarte.
Y apaciguar
los dolores de tu Madre,
Iluminarte
las calles,
De un Jerez
cofrade,
que renueva contigo
Cada
Miércoles Santo,
la fe que heredaron de sus padres.
A la vera de
tu Cruz volveré,
Rezando a tu
Esperanza bendita,
Pañuelo de
tu Madre seré,
Como un
colegial más de tu familia Marianista,
Que no
queden lágrimas en su haber,
Yo acólito
por ti y para ti,
Por las
calles de Jerez.
En esas
callejuelas quiero verte otra vez,
Que no haya
nube que apague la luna de nisán,
Que un manto
de estrellas cubra el cielo con sencillez,
Y que los
nuevos acólitos puedan entender,
Como se ora
en el huerto, rezando por doquier,
Como la
Confortación que va bajo palio,
Bendiciendo
la alameda de Cristina,
sin lluvia de una vez.
En la
Madrugá se hizo el Silencio,
Solo se oye
el leve tintineo de un incensario,
El Vía
Crucis de un nazareno,
Que muere
clavado,
Es su Buena
Muerte, el ejemplo de los cristianos,
Y las Cinco
Llagas de Cristo,
Teñidas en
capirotes negros o blancos,
Y una
comitiva de ciriales que le andan acompañando.
Dulce Nombre tienes María,
Esperanza de
franciscanos,
Yo quiero
ser siervo de tu hijo, María,
y de ti, aunque pasen
los años.
Viernes
Santo, día de luto,
María,
Loreto en su soledad al Pie de la Cruz,
Nosotros
somos tu incienso y tu luz.
Que no
estarás sola,
Pues están
tus nazarenos de cola,
Tus
costaleros y tus escoltas,
Nuestros
corazones a tu vera,
Precediendo
a tu alma rota.
A las
afueras de la ciudad,
Te acompañan
unos acólitos,
A ti Señor,
Tus serviciales lazarillos,
Que hasta a
la Barca te persiguen,
Como buenos sirvientes
a Cristo.
Dolores de
Madre,
Piedad de
Cristo,
Servicio a
Dios hecho carne,
Allá por
donde esté escrito.
Y al tercer
día, las almas se renuevan,
Los pájaros
cantan de alegría,
Y los
Acólitos estrenan, la luz nueva de cada día,
De una Madre
que está contenta,
Cristo ha
resucitado,
En los
cielos y en la tierra.
Han sido
servidores de Cristo,
Siete días,
en primavera,
Y volverá El
Cirial si Dios quiere,
Cuando
vuelva esta Estación Primera.