lunes, 22 de marzo de 2010

Un espejo donde mirarme

El pasado viernes, 19 de marzo fue el día de San José, bautizado por el día del padre. Pues bien estas líneas están dedicadas a esa persona que sin él, no estaría escribiendo esto.
Porque cierto es, que no me considero una persona cariñosa con mi padre. No porque no lo sienta, sino simplemente porque no lo soy, pero eso no quiere decir que no le tenga ese cariño que todo padre merece tener.
Mi padre, aquella persona que cuando aún era un crío me enseñó y me inculcó la experiencia de pasear por el campo, disfrutando de la naturaleza y yendo a las proximidades del circuito a coger espárragos. Él fue quien me enseñó a distinguir los espárragos y a disfrutar con añoranza esos momentos en el campo. Mi padre aquel que en Semana Santa me llevaba a ver a la Flagelación en los Descalzos, a la Viga en la Catedral y de las Viñas me hizo hermano.
Mi padre, por el hombre por el que me llamo David, y con orgullo, su nombre y apellido voy llevando.
Mi padre que junto a mi madre es la persona que más me ha querido y me querrá aún después de apagarse su alma, estoy seguro.
Mi padre, aquella persona humilde que por trabajo, por mucho trabajo, vivo donde vivo ahora, tengo la familia que tengo y no me falta de nada.
Mi padre, el que me despidió entre lágrimas el primer día que me vine a estudiar a Sevilla, sólo por eso merece la pena sacarle a todo esto provecho.
Mi padre aquel hombre por el que puedo estudiar en Sevilla y vivir en el mejor Colegio Mayor, su esfuerzo no le está recompensado ni siquiera con un gracias. Tonto de mí que nunca he tenido palabras para agradecérselo.
Mi padre que en mi juventud supo tirar de los hilos de mi pubertad para que yo, en mi persona no se le escapara. Por entonces me enfadaba, no le entendía y me decía; cuando pasen los años, irás entendiendo. Y, cierto es te entiendo.
Mi padre me ha enseñado a hablar, fíjate que cosa más bonita, enseñar a hablar, pero a hablar de verdad, a saber comportarme en un sitio u otro acorde con la situación, a saber guardar silencio; David, procura que tus palabras sean más bonitas que el silencio, también me ha enseñado a reír, y también me ha enseñado la finalidad de un ‘babuchazo’ y un cubo cerca.
Pero sobre todo mi padre me ha enseñado a valorarme como la persona que soy. Mi padre ha sabido transmitirme que tengo que pelear por ser el mejor, por ser de los mejores, y todo a base de trabajo. Yo le tomo a él como ejemplo. Eso podría ser otra de las palabras que le definan, ejemplo. Un espejo donde mirarme, y verme algún día.
Mi padre, aquel al que sigo echando de menos cada domingo que me voy para Sevilla,
aquel que más de una vez echará en falta un beso mío en su mejilla, aquellos que le emocionan como hijo suyo que soy.
Mi padre,
Una sola persona,
De mi vida es el estandarte,
La educación que me has dado,
Es el espejo donde fijarme,
Papá gracias por todo
Y de antemano,
Por lo que te queda por enseñarme.

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