miércoles, 17 de marzo de 2010

Semana Santa de antaño (II/III)

Era aún niño, cuando conocí por primera vez en la calle a la Hermandad de la Yedra. Apenas tenía unos meses y mi abuelo me hizo hermano, pero el salir en la Cofradía de las Viñas, el Viernes Santo, me impedía salir en madrugada. Fue una madrugada que salí con mis padres, pude verla casi a punto de salir, por la Cruz Vieja, y me impresionó la dulce cara de la Virgen de la Esperanza que me dejaría marcado.
Fue años más tarde, con apenas doce o trece años, cuando mi abuelo Manolo me invitó a disfrutar con la Hermandad de la Yedra en la calle, y a ver como los primeros rayos de sol de la mañana del Viernes Santo acariciaban las mejillas de la Esperanza.
Salimos alrededor de las cuatro de la mañana hacia el centro de Jerez, y una vez allí estuvimos en una cafetería comiendo churros con chocolate. Por aquel entonces me sorprendía gratamente ver a tanta gente “desayunando” churros a las cuatro de la mañana.
Al salir de allí fuimos a la Catedral a buscar a la Hermandad. Y allí nos la encontramos, con la plaza de la Encarnación pintada de tonos verdes y blancos y con un paso de misterio, la Sentencia, que asomaba junto a los muros del primer templo jerezano.
Allí en aquel marco único me contaría mi abuelo por primera vez que cuando él, joven, paseó al Pilatos que portaba el paso por entonces, dándole vueltas con su moto por todo el barrio de San Miguel. Sin duda una anécdota muy curiosa. También al ver a la Virgen de la Esperanza me dijo; mira David, fíjate en la cara de la Esperanza, viene pálida de tanto caminar y salió morena. Otra de las anécdotas por la que recordaré siempre a mi abuelo. Aquel día acompañamos a la Hermandad hasta su recogida en la calle Empedrada.

Lo que pude aprender y disfrutar aquel día, no podré repetirlo jamás. No por que no se vuelva a repetir, sino porque ver disfrutar a mi abuelo con su Hermandad y que él transmita esa felicidad a un crío como yo de por entonces trece años no es fácil.
Mi abuelo, es uno de los culpables del amor tan grande que le tengo a Nuestra Señora de la Esperanza de la Hermandad de la Yedra.
Más tarde, y siendo ya un poco más mayor volví a repetir los momentos con mi abuelo y mi madre (su hija).
Mi abuelo, ya no sale a ver a su Esperanza la madrugada del Viernes Santo, será por la edad.
Pero este año cambiaremos las tornas y seré yo el que le lleve a ver la Esperanza, porque tengo que devolverle ese regalo que me hizo cuando niño de poder conocer a la Madre de Dios.

1 comentario:

  1. Muy bonito David, hay que ver como llevas la Semana Santa dentro de tí.
    Te entiendo...
    Un besito desde Alicante.

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