Recuerdo cuando era niño, que deseaba y contaba los días, como si de mi cumpleaños se tratase, para que llegara el Domingo de Ramos. Los Viernes de Dolores, tradicionales en mi familia por celebrar los santos de por entonces, mi bisabuela (que Dios la tenga en su Gloria) mi abuela y mi tía Mariló. Nos reuníamos todos para almorzar y pasar un buen rato en familia, que aún seguimos manteniendo. Yo vivía en la barriada de
Los Viernes de Dolores de por entonces, eran para mi, algo diferente. Mis padres, esencia de lo que soy ahora, me llevaban a ver esos pasos que constituían para mi, siendo un niño, el preludio de
Llegaba el Domingo de Ramos y comenzaba esa semana, que aún con casi 22 años que tengo, sigo esperando como si un niño fuera. Mis padres no sólo me llevaban a un palco donde ver todas las cofradías, sino que íbamos a muchas callejuelas donde mejor se contemplaban. Y a algunas salidas y recogidas que aún mantengo como tradición en mi forma de vivir
Salidas como la de
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