Abuelo va por ti

Me puedo acordar de tantas cosas de cuando aún no existían diferencias que valgan. Las recuerdo y miro con nostalgia. La cabezonería de unos es la ofensa a otros. Y en medio los de siempre. Aquellos que no debemos pagar los platos rotos. Pero estamos ahí. Tú un camino y yo otro. Pero los caminos siempre se cruzan. Por lo que sea, acabamos encontrando el punto de unión. Y cuando más nos necesitan, como si algo en el alma nos llamara, llegamos ahí. Al menos eso me pasa a mi. No olvido el barco entre butacones donde dormía de chiquillo, o el rasca rasca y otras tantas cosas que quedan en el mosaico de ideas de cuando uno no llegaba al metro y medio de estatura. Y después un largo silencio. Y tras tiempo, ese camino volvió a unirse. Y me pasó como Peter Pan en la película "Hook". Aquel niño se había hecho mayor. Algo tardaron tus ojos en acostumbrarse que aquel que llamaba al timbre, era tu nieto. Más allá de disputas necias, el amor y la añoranza me hacía volver a verte. Y poco a poco he seguido manteniendo un contacto, lo mínimo para que no se enfriara. Y sé que he errado al no visitarte más veces. Sé que las cosas las puedo pintar de otra manera y que el verme no signifique recordar un pasado, que dicho sea de paso, pasado está. Y volví a verte. Pero no estabas en casa. Llevaba en mi mano ese regalo en forma de pregón, para que te sintieras orgulloso de mi. En una cama de hospital te encontré, algo desmejorado. Tu hijo y tu nieto volvieron a cruzar el camino que nunca ha de separarse. Y ahora que estás malito, quiero verte más a menudo. Quiero recuperar esos años que me perdí por una guerra que no era la mía. Quiero pedir al cielo que te pongas bueno. Quiero pedirle a los que me quieren, que recen por ti. Quiero que sepas que mi abuelo Diego significa mucho para mi. Aunque no lo haya demostrado en estos años, por mucho daño que haya por medio, eres mi abuelo, el padre de mi padre. Y todo lo que lo quiero a él, como su padre que eres, te quiero a ti.