domingo, 14 de julio de 2013

Esperanza

Yo nací con un pedazo de esperanza bajo el brazo. Estoy convencido de ello. Por muy mal que se me pongan las cosas, los problemas y los caminos que se cruzan y sin mirarse prosiguen con su itinerario. Es algo superior a mi. La esperanza que nunca ha de perderse. Yo no la encontré con los años, no. Yo nací con ella, ya en el vientre de mi madre tendría la esperanza de nacer un día 18 de abril. Precisamente ocho meses después, en diciembre, un 18, se celebra el día de la Esperanza. Pero, ¿qué es la esperanza?. Pues esperanza es un concepto tan amplio que ni la propia palabra es capaz de abarcar. Esperanza. Esperanza es no rendirse, luchar día a día por un trabajo, una familia, unos hijos, un vivir. Esperanza es creer en uno mismo. Tener esperanza en sí mismo nos hace fuertes cuando las debilidades se intensifican, cuando los problemas se multiplican y cuando parece que no hay otra salida. Esperanza es agarrarse a la última gota de amor en la que se confía. ¿Quién no ha esperado a un amor a pesar de creer que todo está perdido? En el fondo, una diminuta parte de tu ser piensa que no, que no tengo que rendirme. Y ahí, en esa porción de ti, queda viva esa ilusión llamada esperanza. Y ahí está. Siempre vivo con ella. Habita en mi. Y cuando las circunstancias se muestran adversas es cuando a ella más la tengo presente. ¿Es bueno tener esperanza? Es algo que muchas veces me pregunto. Porque la esperanza mantiene viva esa llama que te hace esperar y no pensar en nada más. La esperanza en el amor puede ser tan bello como el cantar de un jilguero en la orillita de un río mezclado con el susurrar de las corrientes de agua. Pero la esperanza en el amor también se puede convertir en un reloj de arena que inmóvil cuenta los gramos de lado a lado como si años pasaran en lugar de días. La esperanza. Esperanza es un sentimiento, una ilusión, una promesa, ser optimista. ¡Hay que tener esperanza!. Cuántas veces habré recitado esa frase en cada uno de los pasillos de la Fcom (Facultad de Comunicación) a la espera de las notas de un examen. Cuantas veces habré comentado a un amigo que hay sonreír siempre para todo porque hay que tener esperanza. ¿Por qué hay que tener esperanza?. Porque hay que ser feliz, de una manera u otra, hay que derramar felicidad por allá por donde se va, hay que agarrarse a ese punto del alma que te esboza una sonrisa y que te alienta y te motiva. 

Esperanza es mirarle a los ojos,
esa combinación amarilla y verde,
esmeralda y miel,
Esperanza es no decir nada, 
porque todo está dicho otra vez.
Esperanza es oler a nardo y romero
la esperanza supera todos los te quiero
que se puedan lanzar al aire
rasgando de añil el cielo,
proclamando sonreír a la vida
porque por esperanza voy viviendo.
Esperanza es el último suspiro 
ese hilo en las entrañas,
que sigue aquí conmigo,
Esperanza de una espera
que sin quererlo me obligo,
aguardando las cosas más bella,
las que sin pronunciar palabra te digo. 
Esperanza fiel, amiga y compañera, 
no me dejes que me caiga, 
no me lleves al olvido,
mas aunque el tiempo se alarga,
y camufle estos versos dormidos, 
y aunque mi vida se empape
de deseos jamás cumplidos,
yo quiero vivir con esa Esperanza,
de tenerte donde sea conmigo,
porque la esperanza me acompaña,
hasta que Dios me lleve consigo.


Soy cristiano porque tengo esperanza en que Cristo resucitó. Lo creo y esa esperanza me hace ser mejor persona, ejemplo de Él y con Él llenarme de esa ilusión. Y es curioso porque, la devoción mariana que inunda los ríos de sangre que corre por mis venas, la que empapa mi cuerpo con honores de grandeza, la que me levanta todos los días, a la que mi corazón primero reza, a la que mi abuelo me llevó a conocer, muy pequeño, en aquel rinconcillo de la Plazuela, aquella devoción mariana se llama Esperanza. 

Y casualidad o no, la Esperanza como Madre, como sentimiento, como ilusión, como promesa, como forma de vida, es la que me hace por momentos ser tan pesado en muchas y otras cosas. La esperanza es mi insistencia para dar sin querer recibir. Esperanza es entregarse al prójimo, a los demás, a tus amigos, a los compañeros. Siempre queda la esperanza de que ese pequeño detalle que estás teniendo, va a ser devuelto. A veces no, pero la esperanza siempre esta ahí. Al menos para mi. 

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Pero no, en lo profundo, en el fondo de tu alma, al menos de la mia. La esperanza permanecerá esperando para cuando haga falta, hacer acto de presencia. 

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