viernes, 18 de noviembre de 2011

Lecciones

Hoy viernes hace una semana que falleció mi abuelo Diego. Sí, como pasa el tiempo. Parece que fuera ayer cuando me enteré y me abrazaba a mi padre y a mi madre. Y a pesar de hacer tan poco tiempo, esta semana distinta me ha dado varias lecciones que a uno le marcan de por vida. Parece mentira que tengan que suceder hechos tan trágicos como la muerte de un ser querido para darme cuenta de estas cosas. Pero así es la vida, incluso en los malos tragos te enseña los caminos que hay coger.
En primer lugar, ahora que me voy haciendo mayor y comienzo a comprender cosas que entonces no entendía, me he dado cuenta que hay personas que no cambian ni con el tiempo, ni con un hecho, ni con nada. Personas como el hielo que parecen no sentir lo mismo que los demás. Personas frías que, a pesar de todo, siguen ciñéndose a aquello por una u otra razón. Personas que por muy cerca de ti que estén, nunca serán modelo de vida. Personas que uno pide a Dios, que algún día se den cuenta de las consecuencias de sus actos. Personas que por vaya usted a saber por qué, eligieron un camino adverso un día determinado, a una hora fijada y con un futuro incierto. Personas que no miran atrás y que tampoco parecen importarle. Personas que te toman por tonto, aun sabiendo que existe esa distancia. Personas que creen hacer daño, cuando en realidad se hacen daño a sí mismos. Personas que no dejan descansar, ni aun habiendo descansado. Personas que no saben explicar los porqués. Personas que no se echan de menos.
Por otro lado, he aprendido un gran valor en la vida. Por muchas diferencias que algún día haya entre tu padre y tú, siempre serás hijo suyo. Y digo esto porque yo como hijo, me siento orgulloso de mi padre. Porque, a pesar de todo, nunca dejó a mi abuelo solo. Ni en las buenas, ni en las malas. Mi padre siempre estuvo ahí. Un gran ejemplo a seguir. Y eso se nota, cuando se pierde. No pude ver, ni espero ver mucho más a mi padre tan derrotado como el viernes. Me he dado cuenta de esa gran lección. Papá será papá por encima de todo. Y nunca dejaré que nada ni nadie empañe esa relación entre nosotros. Otro ejemplo, mi madre. Sí, mi madre. Ejemplo como madre y ejemplo como pareja. Ahí, en todo momento. Qué cierto es que el amor está por encima de todo.
Y también me han dado una lección los amigos. Sí, aquellos que te emocionan con abrazo, que se preocupan por ti y que te apoyan y están ahí siempre, cuando menos te lo esperas. No los que dicen “Lo siento, sin saber que más decir”. Sino los que reconocen en ti a un amigo, los que se paran a escribir o a decir unas palabras de aliento, los que te sacan una sonrisa cuando más hace falta, los que reconocen echarte de menos cuando están lejos. Hoy me he sentido orgulloso en especial de un gran amigo, Carlos Nieto. Sí Carlos, porque tu mensaje me ha emocionado como amigo, algo que yo creía que no poseer. Como muchos otros que a buen seguro se sentirán identificados con estas frases sacadas directamente del alma.
Como decía, ya hace una semana, poco a poco he vuelto a tener el ritmo de estudio de cara al final del cuatrimestre. Pero tras un golpe duro, me llevo un ramillete de lecciones y un buen puñado de sonrisas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario