viernes, 11 de noviembre de 2011

Hasta siempre

Hola abuelo:

No pensaba enviarte esto tan pronto. Hoy es un día triste para mi, para la abuela, mi padre, y todos los que estaban cerca de ti. He rezado por ti muchas noches, incluso, pedí a los más cercanos que lo hicieran para ti. Pero bueno, Dios ha querido no hacerte sufrir y, supongo, que ya estarás feliz en el cielo. Sabes que siempre he mantenido el contacto. Que siempre me he acordado de ti, como abuelo mio que eres. Desde chico en Vallesequillo y ahora haciéndome mayor iba a Puertas del Sur para poder verte. Pero, abuelo, me voy a quedar con todos los recuerdos buenos, que son muchos. Contigo, apenas hay recuerdos malos y por tanto, al acordarme de ti, lo que encuentro es añoranza. ¿Recuerdas cuando hacíamos el barco entre los butacones del salón de tu casa?, sí era un crío pero me acuerdo y me divierto el pensarlo. No olvidaré nunca lo pesado que me ponía para que me rascaras, tradición que he pasado a mi padre y posteriormente a mi novia, que lo sepas. Cuando después del tiempo largo, aparecí por casa y casi ni me reconocías. Me estaba haciendo mayor. Y nos fundimos en un abrazo. ¿Recuerdas?, ni en las malas, me olvidé de ti. No sabes, abuelo, cuánto me alegro de que leyeras mi pregón. Me hizo mucha ilusión que me contaras que te había gustado y que habías disfrutado con él. Esa es la imagen que me llevo de ti. Porque si ahora estoy entre un mar de lágrimas, cada gota es un recuerdo bueno que se guarda en mi corazón. Un recuerdo, que hace que mi emoción se desvoque, porque eres mi abuelo, y ya te fuiste para siempre.
Abuelo, no te preocupes por los que quedamos aquí creo de verdad entre todos seguiremos adelante, incluso la abuela. Por mi padre, tranquilo. Sabes que tiene unos hijos que le harán estos días más amenos, entre Vivi, Marta y yo, le haremos que te recuerde con alegría y arrastraremos la pena que lleva ahora, algo que también es normal. Porque, en muchos aspectos mi padre se parece mucho a ti, o al menos lo veo yo.
Espero que estés bien, allá donde estés, al menos de mi corazón nunca te marcharás.
Hasta siempre, abuelo Diego.

De tu nieto, David.

No hay comentarios:

Publicar un comentario