martes, 16 de agosto de 2011

Crónica de vivencias en la Fe, de la Diócesis Asidonia-Jerez

La que iba ser la fiesta de los jóvenes se convirtió en la celebración de la fe, del cristianismo y del amor a Dios a través del cante, el jolgorio, la alegría y la fiesta de la Eucaristía. Estos dos días, 14 y 15, en el Municipal de Chapín, no han hecho más que confirmar que los jóvenes son las llamitas inquietas de una fe, que por momentos se ve resquebrajada por algunos. La Vigilia tuvo de todo menos aburrimiento. Hubo tiempo para todo. Testimonios, bailes de tradicionales de los peregrinos llegados de fuera, sitio para adorar al Santísimo, audiovisuales y fiesta. En todo momento Chapín presentó un ambiente excepcional que terminaría con la oración de la Asunción entradas ya las 2 de la madrugada del día 15.

Ese mismo día, ya por la tarde, los jerezanos y los peregrinos volvían a verse en el estadio. Chapín acogió una Eucaristía presidida por el Obispo que comenzaría pasadas las 21:30 horas, en un ambiente más que festivo. Un evento que empezaría pronto, pues sobre las 20:00 horas, llegaba desde la parroquia de Ntra. Sra. de las Viñas una comitiva que abría paso al Cristo de la Exaltación. Un crucificado que fue punto de encuentro de muchas miradas que buscaban en Él todo lo que pudiera significar la palabra Esperanza. A medida que iba acercándose la hora, poco a poco los peregrinos iban llenando el Municipal de Chapín, en el fondo norte, donde estaba ubicado el estrado con el altar, el Cristo, una imagen de la Virgen María y una réplica de la Cruz de los jóvenes, que en este caso, fue donada por las hermanas de Belén. Éstos cristianos, llegados de todos los puntos del mundo comenzaron a realizar un rezo cantado y espontáneo alrededor de la Cruz de los jóvenes. Lo que empezaron unos pocos, se fue convirtiendo en una marea humana que danzaba, cantaba y festejaba el triunfo y la alegría de la fe juvenil de las Jornadas.

Más de 4.000 personas llenaban las gradas y las pistas cercanas al altar del Coliseo. Entre palmas y saludos a todos los congregados comenzaba la Eucaristía. Al llegar la homilía, Monseñor José Mazuelos, Obispo de Asidonia Jerez, resalto que “el hombre no puede vivir sin esperanza. La Iglesia viene, a parte de dar de comer y beber, a llevar al pobre la esperanza de Jesucristo en nuestras vidas. Un hombre puede durar 6 días sin comer, algo menos sin beber pero no aguanta ni 20 minutos si no tiene esperanza”. A su vez el Obispo señaló que “este mundo sufre una gran crisis de fe, que nos intentan hacer creer que el hombre puede vivir sin Dios. Eso es un puesto de vista egoísta y materialista”. Y finalizó diciendo que “no hay que tenerle miedo a ese dragón, la fuerza de la fe es más fuerte”. Después llegó el momento de la consagración, ofertorio y comunión, en la cual las hermanas de Belén fueron las encargadas de realizar los copones donde aguardaba el cuerpo de Cristo. Varios voluntarios con diferentes antorchas acompañaron a los distintos sacerdotes a cada punto del estadio a repartir la Comunión. Fue algo muy bien organizado, bonito e íntimo. La ceremonia estuvo armonizada por una gran coro de voluntarios que con una gran orquesta unas voces de ángeles iluminaron la celebración e invitaron, por momentos, a acompañar con palmas a todos los allí presentes.

Con la despedida del señor Obispo dando las gracias y dando fuerza a los peregrinos para que no tengan miedo a ese dragón, finalizó la Eucaristía. En pocas horas, éstos partirían hacia Madrid, donde ya se encuentran. Antes, los hermanos de la Exaltación acompañaron a su Cristo hasta su parroquia. Fue un traslado maduro, respetuoso y solemne donde más de un centenar de hermanos volvieron a acompañarlo, y que en poco más de una hora, el Señor volvió a su casa.

Unos días de la Diócesis difíciles de olvidar y que sólo serán el preludio de lo que acontece desde hoy en las calles de la capital de España.

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